10 Años en Estados Unidos

#SuenoAmericano #CrecimientoPersonal

Hace exactamente una década, aterricé en suelo estadounidense con una maleta llena de sueños y un plan que parecía simple: estudiar inglés durante seis meses, regresar a Colombia y trabajar en cruceros como chef mientras recorría el mundo. Hoy, al mirar atrás, no puedo evitar sonreír ante la ingenuidad de ese plan inicial y maravillarme por el camino que realmente terminé recorriendo.

El sueño original vs. la realidad

Mi formación en Colombia fue en cocina. Siempre me apasionaron los sabores, las técnicas y el arte culinario. Sin embargo, el destino tenía otros planes para mí. Lo que comenzó como una breve estadía para aprender inglés se convirtió en un viaje de autodescubrimiento que me llevó por caminos que nunca imaginé.

A medida que me adaptaba a vivir solo en un país extranjero, también iba conociendo más sobre mí mismo. La madurez llegó rápido, casi impuesta por las circunstancias, y con ella, mis aspiraciones también evolucionaron.

La desilusión en la cocina

Trabajar en cocinas estadounidenses me mostró una realidad muy distinta a la que había idealizado. Las largas jornadas, el desgaste físico y los salarios precarios comenzaron a desgastar mi pasión por la gastronomía. No era solo el trabajo duro lo que me desanimaba, sino también el ambiente. Como dije alguna vez: “el chef es solo uno dentro de millones de cocineros”.

Sin embargo, no considero que estudiar cocina haya sido tiempo perdido. Gracias a ese plan inicial de trabajar en cruceros fue que terminé en Estados Unidos estudiando inglés. Como suelo pensar: las cosas pasan por y para algo. Hoy disfruto la cocina como un hobbie valioso, algo que comparto con mi familia y amigos, pero no como mi camino profesional.

Un giro hacia la tecnología: redescubriendo pasiones tempranas

Desde pequeño siempre tuve curiosidad por los computadores. Desarmaba equipos solo para ver sus componentes, pasaba horas explorando programas y aplicaciones. Cuando terminé el colegio, estaba indeciso entre estudiar cocina o informática.

La vida me dio la oportunidad de experimentar ambos caminos. Una vez establecido en Estados Unidos, decidí estudiar Computer Science, especializándome en desarrollo web. La programación despertó en mí algo similar a lo que sentía cuando jugaba con LEGO de niño: la emoción de construir algo desde cero, de ver cómo mis líneas de código cobraban vida en la pantalla.

“La idea de poder crear cosas me voló la cabeza.”

Los desafíos de la inmigración

Estos diez años no han sido un camino fácil. La adaptación cultural fue un choque más fuerte de lo que creí, aun teniendo bases de inglés. La distancia con mi familia en Colombia se sentía cada día más, especialmente cuando pensaba en mi hermano, mis padres y mis sobrinas.

Para combatir la soledad, me he mantenido constantemente ocupado. He trabajado incansablemente, muchas veces hasta con dos o tres empleos simultáneamente. Fui lavaplatos, trabajé en construcción, en landscaping, en estacionamientos… hice lo necesario para mantenerme y pagar mis estudios.

“La vida como inmigrante es bien complicada. Uno descuida su perfil profesional para trabajar en lo que sea.”

Logros que construyen orgullo

A pesar de los desafíos, estos años también me han traído logros que me llenan de orgullo:

  1. Independencia financiera: Ahorrar y comprar mi primer carro, un Suzuki Forenza 2007, fue un hito importante. No era nada lujoso, pero me daba la libertad de movimiento tan necesaria en ciudades como Charlotte.

  2. Autosuficiencia: Poder mantenerme económicamente sin depender de nadie.

  3. Educación: Pagarme mis estudios mientras trabajaba intensamente fue quizás mi mayor logro.

Después de graduarme con un Associate en Web Technology, pude entrar al mundo laboral formal en tecnología, comenzando en un call center y trabajando cinco años en soporte técnico para diferentes empresas.

Reflexiones sobre el “sueño americano”

Después de una década en este país, mi perspectiva sobre el “sueño americano” ha cambiado sustancialmente. La pandemia y la modernización han transformado las reglas del juego. Hoy creo que existen alternativas interesantes, como el trabajo remoto y la vida nómada digital, que permiten disfrutar de lo mejor de ambos mundos.

Si pudiera hablar con mi yo del pasado, le diría que lo piense bien, que analice cuidadosamente, la vida en Estados Unidos puede ser muy solitaria, y definitivamente no es para todos. El “sueño americano” podría estar en otra nación, no necesariamente en Estados Unidos.

El balance final

Estos diez años me han transformado profundamente, he madurado, he descubierto fortalezas que no sabía que tenía y he reorientado mi camino profesional. El sacrificio ha sido grande: dejar a mi familia en Colombia y aceptar la soledad como compañera frecuente.

Sin embargo, también he aprendido que con esfuerzo, perseverancia y una buena formación, es posible construir el futuro que uno desea.

Hoy miro hacia adelante con ojos diferentes. Sueño con conseguir un trabajo remoto que me permita viajar por el mundo y pasar temporadas en Colombia junto a mi familia, mientras continuo mi desarrollo profesionalmente. Porque si algo me han enseñado estos diez años, es que los planes pueden cambiar, pero la capacidad de adaptación y el deseo de superación siempre deben permanecer.