Mi Primera Media Maratón
Mi Primera Media Maratón: Más Allá del Asfalto
El Inicio de una Carrera Inesperada
Como muchos de mis proyectos personales, esta historia comienza con una influencia familiar. Mi hermano, a quien considero un mentor en muchos aspectos de mi vida, es un corredor apasionado. No cualquier corredor: un atleta que ha realizado varias competencias, entre ellas algunas maratones y un Ironman en Cartagena y actualmente se prepara para otro en San Andrés. Su dedicación al deporte siempre me ha inspirado, aunque correr nunca fue mi fuerte.
“Tengo pie plano,” me decía a mí mismo, “correr no es para mí.” Durante años, esta narrativa me limitó. El dolor que sentía era real, pero resultó ser más superable de lo que imaginaba. Con la guía de mi hermano, adquirí tenis de atletismo adecuados y plantillas especiales. Lo que antes me parecía imposible se volvió realidad.
Así, casi sin darme cuenta, pasé de evitar correr a contemplar la posibilidad de una media maratón. En enero de este año, di el paso y me inscribí para la Charity Chase Half Marathon en Hickory, NC, programada para mayo. No sabía entonces que esta decisión me enseñaría mucho más que resistencia física.
Más Allá del Entrenamiento
Cualquiera que haya corrido largas distancias sabe que el verdadero desafío no solo está en las piernas, sino en la mente. Durante mi preparación, logré completar la distancia de 21K un par de veces. Cada kilómetro recorrido era una pequeña victoria personal, cada sesión una prueba de voluntad.
Lo que no anticipé fue cómo la pista real diferiría de mis rutas de entrenamiento. El día de la carrera me enfrenté a un terreno más irregular, con subidas y bajadas que no había experimentado antes. El cuerpo protesta, los músculos imploran descanso, y es allí donde la verdadera batalla comienza.
“La mente es tan poderosa que puede romper tus propios límites físicos.”
Esta frase se volvió mi mantra durante la carrera. Hubo momentos en que quería detenerme, cuando cada paso parecía imposible. Pero algo extraño sucede en estas situaciones: descubres reservas de fuerza que no sabías que existían. No es magia, aunque lo parece: es el poder de la determinación humana.
Rompiendo mi Propio Récord
El resultado me sorprendió tanto como la experiencia: no solo completé los 21 kilómetros en un terreno más desafiante, sino que mejoré significativamente mi tiempo. De 2 horas y 30 minutos en entrenamiento a solo 2 horas el día de la carrera.
¿Cómo es posible rendir mejor en condiciones más difíciles? La respuesta está en esa mezcla única de adrenalina, ambiente colectivo y propósito claro que genera una carrera oficial. Ver a otros corriendo a tu lado, sentir esa energía compartida, no querer quedarte atrás—todo ello crea un combustible emocional que impulsa tu rendimiento más allá de lo que creías posible.
Pero más importante que el tiempo fue la presencia de mi madre, quien viajó desde Colombia para acompañarme. Tenerla allí, animándome, fue un recordatorio de por qué hacemos lo que hacemos: por las conexiones, las experiencias compartidas y los momentos que trascienden lo cotidiano.
Lecciones Más Allá del Asfalto
Compárate Solo con Tu Yo del Pasado
Tendemos a compararnos con los demás, especialmente en un mundo donde las redes sociales nos muestran constantemente los logros de otros, pero la verdad es que cada uno va a su ritmo según su propósito. Es por esto que es crucial enfocarnos en nuestro progreso. Es importante evaluarnos nosotros mismos, pues es fácil caer en la trampa de medirnos con los demás. Vemos tiempos de carrera, distancias y logros atléticos publicados constantemente, creando una presión invisible pero poderosa.
Sin embargo, cuando corres, solo importan dos personas: quien eras ayer y quien eres hoy. No conoces el viaje de los demás: sus años de entrenamiento, su contexto físico, sus ventajas naturales. Pero conoces tu propio viaje en detalle, cada obstáculo superado y cada pequeña victoria.
Mi tiempo de 2 horas puede parecer modesto para un corredor experimentado, pero representa un triunfo personal considerando de dónde venía: alguien que evitaba correr por completo debido al dolor. Este enfoque —medir mi progreso contra mi línea base personal —me ha brindado una gran satisfacción, haber hecho esa carrera en 2 horas, para mi fue lo máximo.
El Dominio de la Mente
Correr largas distancias es un ejercicio tanto físico como de control mental. Descubrí que el diálogo interno durante una carrera puede determinar su resultado más que cualquier preparación física.
Es casi automático comenzar a sabotearse cuando el cuerpo duele y la meta parece distante. “No puedo más”, “esto fue un error”, “mejor me detengo”—estos pensamientos emergen naturalmente cuando enfrentamos desafíos. Lo fascinante es que tenemos el poder de transformar activamente ese diálogo.
Aprendí a interrumpir los pensamientos negativos con afirmaciones constructivas: “He entrenado para esto”, “cada paso me acerca a la meta”, “el dolor es temporal, el logro es permanente”. Este cambio de narrativa no es simple pensamiento positivo—es una habilidad práctica que puede cultivarse y que tiene efectos tangibles en el rendimiento físico.
Esta capacidad de redirigir la mente se extiende mucho más allá de la pista de carreras. En el trabajo, en proyectos personales, en momentos de duda—la habilidad de controlar y transformar nuestros pensamientos se ha convertido en una de mis herramientas más valiosas.
La Vida es un Balance
Quizás la lección más profunda que me ha dejado esta experiencia es la comprensión que la vida requiere equilibrio. Como profesionales ambiciosos, especialmente en tecnología, a menudo caemos en patrones de trabajo excesivo y obsesión por la productividad. Perseguimos metas profesionales y financieras como si fueran lo único que importa.
Preparar y completar una media maratón me obligó a adoptar una perspectiva más balanceada. Tuve que hacer espacio para el entrenamiento, descanso adecuado y recuperación. Tuve que prestar atención a mi alimentación y sueño. En resumen, tuve que cuidar de mí mismo de manera integral.
Este enfoque me hizo cuestionar algunas prioridades. Entendí que, si bien el éxito profesional y financiero es importante, no puede ser a costa de experiencias que enriquecen la vida. El dinero viene y va, las posesiones materiales son pasajeras, pero las experiencias y los recuerdos que creamos perduran.
Por eso he decidido invertir más en mí mismo—no solo en educación y preparación profesional, sino también en experiencias que expanden mis horizontes y enriquecen mi vida. Estas carreras no son simplemente eventos atléticos; son inversiones en recuerdos y vivencias que forman parte de quien soy.
El Viaje Continúa
Completar mi primera media maratón no marcó el final de un camino, sino el comienzo de uno nuevo. Ya estoy contemplando nuevos desafíos, incluyendo eventualmente un maratón completo. Pero más allá de las metas atléticas específicas, lo que realmente valoro es el viaje mismo.
La satisfacción no está solo en cruzar la línea de meta, sino en cada entrenamiento, cada madrugada, cada momento de superación personal. La medalla es un símbolo agradable, pero las verdaderas recompensas son internas: la fuerza que descubres, la disciplina que construyes, y la perspectiva que ganas.
Si estás considerando dar el salto a un nuevo desafío—sea una carrera, un proyecto, o cualquier meta que parezca intimidante—mi consejo es simple: concéntrate en el proceso, no solo en el resultado. Disfruta el camino, celebra los pequeños avances, y sobre todo, recuerda que el único estándar que realmente importa es tu propio crecimiento.
Como en la pista, así en la vida: el ritmo es personal, el viaje es único, y la verdadera victoria está en seguir avanzando, un paso a la vez.